Al dirigirse ayer por la tarde a los enfermos y al personal sanitario de la Casa Sollievo della Sofferenza (Casa Alivio del Sufrimiento), el hospital que fundó Padre Pío en 1956, el Papa Benedicto XVI resaltó que el sufrimiento se transforma y enaltece cuando éste es vivido en cercanía a Dios.Hablando de la enfermedad, el Papa explicó que "se manifiesta en muchas formas y golpea de maneras diferentes, suscita preguntas inquietantes: ¿por qué sufrimos? ¿Puede considerarse positiva la experiencia del dolor? ¿Quién nos puede liberar del sufrimiento y de la muerte? Interrogantes existenciales, que la mayoría de las veces no encuentran una respuesta humana, dado que el sufrimiento constituye un enigma inescrutable para la razón". Tras resaltar que "el sufrimiento forma parte del misterio mismo de la persona humana", el Santo Padre observó que "ciertamente debemos hacer todo lo posible para que disminuya el sufrimiento, pero eliminarlo del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque (...) ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, (...) fuente continua de sufrimiento". "El único que puede eliminar el poder del mal es Dios", aseguró. "Precisamente por el hecho de que Jesús vino al mundo para revelarnos el designio divino de nuestra salvación, la fe nos ayuda a penetrar en el sentido de todo lo humano y por tanto también del sufrimiento. Existe por tanto, una íntima relación entre la Cruz de Jesús, símbolo del dolor supremo y precio de nuestra verdadera libertad, y nuestro dolor, que se transforma y se enaltece cuando se vive con la conciencia de la cercanía y de la solidaridad de Dios".El Pontífice señaló luego que el "Padre Pío intuyó esta profunda verdad en el primer aniversario de la inauguración de este hospital, cuando dijo que, en él, 'quien sufre debe vivir el amor de Dios por medio de la sabia aceptación de sus dolores, de la serena meditación de su destino'". Finalmente el Papa hizo votos para que "el Señor os ayude a realizar el proyecto iniciado por Padre Pío, con la ayuda de todos: desde los médicos e investigadores científicos, a los agentes sanitarios y colaboradores de los diferentes repartos, voluntarios, benefactores, capuchinos y otros sacerdotes. Sin olvidar los grupos de oración, que junto a la 'Casa del Sollievo', son la vanguardia de esta pequeña ciudad de la caridad, viveros de fe, focos de amor".
"Pidamos para que el Espíritu Santo siga asistiendo a Benedicto XVI y a cada uno de los sacerdotes, y así continuar, junto a nosotros, los laicos, la conformación de una Iglesia más unida, enérgica y para todos"